viernes, 14 de julio de 2017

10 tips para vivir la misa

Muchos pueden preguntarse cómo vivir la misa. Es algo tan conocido que ya estamos muy acostumbrados a estar allí. Pero quizás nos falta el sentido de lo que estamos haciendo. Nos distraemos. Sentimos calor o frío. Nos aburrimos. Y somos testigos de un milagro.
Si vieras a un hombre caer de diez pisos y está allí tirado en la calle, ¿qué harías? ¿Te acercas? ¿Te alejas? ¿Qué haces? Ahora, imagínate que se levanta y se va caminando del lugar. ¡Increíble! Es algo que nunca se te va a olvidar. Y ciertamente ha captado tu atención durante los 30 o 40 minutos que has estado allí. Y sin embargo, no logramos prestar la atención a algo mucho más maravilloso que toma lugar cada vez que acudimos a una santa misa.

Aquí te quiero dejar 10 tips para vivir la misa.

1 .     Saber que estás en un lugar sagrado.

¿Qué significa “sagrado”? Es algo que está separado para uso en el culto a Dios. Quiere decir que no se puede usar para nada más. Uno no puede usar un cáliz para tomar Coca Cola. Porque es una copa que se usa solamente en la misa. De la misma forma, la iglesia donde tenemos misa es un lugar sagrado. Cuando entramos, debe haber una cierta reverencia en nuestras almas. Debe llevar una calma a nuestras almas. Estamos allí para adorar a Dios y para nada más. Puede ayudar tomar una pausa antes de entrar en la iglesia y pensar: “¿En dónde estoy entrando? ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Por qué se guarda silencio aquí?” Muchas veces podemos ver que la gente platica en la iglesia. Realmente da pena, porque es olvidarse del sentido sagrado del lugar. Debemos de respetar siempre el lugar. Si dices que no importa tanto, no te sorprendas cuando te aburres en misa.
2.       Estar en vida de gracia.
Ah entonces si no estoy en vida de gracia no voy a misa. ¡Obvio que no! Es siempre mejor ir a misa, aunque uno no esté en vida de gracia. Pero se podrá aprovechar mejor si uno está en vida de gracia. Pues la misa es una oración muy especial de unión con Dios y nos ayuda mucho poder comulgar espiritualmente con Él durante la misa y para esto es un elemento clave estar en vida de gracia. Las personas que no pueden comulgar por estado de vida deben de pedir mucho a Dios para lograr una comunión espiritual con Él durante la misa.
3.       Prepararse para escuchar las lecturas y la homilía.
“Mira, te llama. Es Dios”. En la misa, nosotros podemos escuchar a Dios gracias a las lecturas de la Sagrada Escritura. El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2653 retoma las palabras de San Ambrosio cuando dice que: “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras”. (San Ambrosio, De officiis ministrorum) En la primera parte de la misa, que es la liturgia de la palabra, nosotros escuchamos a lo que Dios nos quiere decir. La Iglesia selecciona las lecturas de cada día del año para que podamos aprovechar a conocer una buena parte de la Sagrada Escritura. Luego en la homilía, el sacerdote o diácono nos ayuda a aplicar las lecturas a nuestra vida cotidiana. Podemos prepararnos leyendo las lecturas desde antes o por lo menos escuchando con atención cuando vienen proclamadas durante la misa. El lector tiene la misión muy especial de hacer que todos entiendan lo mejor posible lo que está proclamando.
4.       Saber las respuestas.
No hay que ser como aquellas personas que están perdidos en el baile de su colegio. No saben qué hacer, así que solo se quedan a la orilla y nunca se ponen a bailar. ¿Cómo es posible que hemos ido a misa todos los domingos durante años, y sin embargo no logramos saber a memoria las respuestas de la misa? Pues es hora de actuar nuestras conciencias y vivir bien la misa respondiendo bien. Se responde con una voz clara y al mismo tiempo que los demás. Debe servir un poco como eco a lo que dice el sacerdote, pues es la forma que el pueblo de Dios participa en la misa.
5.       Cantar.
Una vez escuché a un sacerdote explicar porque siempre da limosna a los mendigos. Algunos le reprochaban, diciendo que no sabía cómo iban a gastar luego el dinero. Respondió que “Dios no me preguntará qué hicieron, sino si di”. De la misma forma, Dios no nos va a preguntar si cantamos bien, pero sí, si cantamos. Si alguno tiene una voz realmente mala, puede cantar más bajito, pero creo que Dios está muy contento ver a sus hijos cantar en la misa.
6.       Hacer bien los gestos litúrgicos.
¿Qué hacemos en la misa? Nos paramos, nos arrodillamos, hacemos genuflexión, nos persignamos… Todo se debe de hacer bien. Cuando hacemos la señal de la cruz, estamos haciendo una pequeña profesión de fe, además de invocar la protección de Dios a todo nuestro cuerpo. Esto nos debe de motivar para hacerla bien. De la misma forma, estar bien parado para escuchar el Evangelio o bien sentado en el momento de la homilía nos ayuda para vivir todo con más propiedad y así vamos sacando más fruto de todo lo que hacemos allí.
7.       Poner especial atención en la consagración.
Si hay un momento culmen de la misa, es el momento de la consagración. Ya después del ofertorio, el sacerdote nos está guiando en la Plegaria Eucarística. Tiene cinco partes: prefacio, epíclesis, relato de la institución, anamnesis y las intercesiones. La consagración está en el corazón, en el centro de todo porque es lo más importante. La consagración es precisamente cuando el sacerdote toma el pan y el vino en sus manos y repite las palabras que dijo Jesús en la Última Cena. “Esto es mi cuerpo”. “Esta es mi sangre”. El pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Es el momento del milagro y exige un sumo respeto. El silencio del pueblo debe ser absoluto en este momento para poder vivir la maravilla.

8.       Vivir bien el acto penitencial.
Viene al inicio de la misa y puede ayudar mucho para vivirla bien. Uno no llega a una boda o a una fiesta de quince años en un traje o vestido todo manchado. Para los pecados mortales, debemos de confesarlos al sacerdote, pero para los pecados veniales, el acto penitencial nos sirve como una tintorería que nos ayuda a vivir la misa con un traje bien limpio. Mientras más vacía del pecado sea nuestra alma, más fácilmente podremos entrar en el espíritu de la misa y orar de verdad.
9.       Comulgar con fe.
Si el momento de la consagración es culmen de la misa en general, el momento de la comunión es el culmen individual. Pues aquí Dios mismo viene a habitar en nuestros corazones. Acercarse con fe a este momento ayuda profundamente para que sea de verdadero provecho espiritual.
10.   Dar gracias después de la comunión.
“¿Cómo quedó el marcador”? Muchas veces podemos estar distraídos con cosas tan banales como el marcador de un partido de fútbol durante la misa y en el instante que recibimos la bendición final vamos corriendo para enterarnos de todo lo que ha pasado en esa hora que estábamos de monjes. (ojalá que realmente no hubiera distracciones de fuera durante la misa) Pero es muy recomendable pasar un tiempo con Jesús agradeciendo el regalo de la misa incluso después de que se haya terminado la misa.


Si vives estos 10 tips, seguramente vivirás mejor la misa. Todos ayudan y el buen fiel católico pone a todos en práctica. Pero puedes empezar con uno y verás cómo va transformando tu experiencia de la misa. Te deseo mucho éxito en la buena vivencia de la misa, pues te hará una persona más feliz, por estar más cerca de Jesús. Bendiciones.

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