domingo, 26 de julio de 2015

Time and Tide - Uso de Tiempo

Time and Tide – Uso de tiempo

Time and Tide wait for no man”. El tiempo y la marea no esperan a nadie. Cuando los marineros de un barco grande quieren salir de puerto, tienen que estar atentos a la marea. Pues cuándo es de marea baja, no hay suficiente profundidad de agua para permitir al barco salir con seguridad. Por eso muchas veces cuando los hombres viajaban por mar, tenían muchas prisas en llegar al barco, pues realmente no esperaban a nadie porque simplemente no se podía. Pero es también verdad que el tiempo no espera a nadie. Da cierto gozo al corazón saber que uno tiene un tiempo limitado para cumplir con las metas para la propia vida. ¿Cómo es el uso del tiempo para un hombre de Reino?
Hay cosas que le pertenecen a uno, y otras cosas que son prestadas. El hombre del Reino puede tener sus zapatos, un celular, su ropa, los libros para la universidad o el colegio, etc. Pero también puede tener cosas prestadas. “Este reloj es de un amigo”. Las gafas las “presté de mi papá”. Lo que todos tenemos como prestado es el tiempo. No sabemos cuánto tiempo Dios nos quiere regalar. Y esto le da un aspecto de precioso al tiempo que tenemos en préstamo.
En su libro The Wealth of Nations, Adam Smith habla de la paradoja agua-diamante. El diamante en el tiempo de Adam Smith no tenía ningún valor práctico. Simplemente servía como joya. El agua, en cambio, es necesaria para vivir. Dicen que no se puede vivir más de 4 días sin agua, pero no te recomiendo intentar vivir ni un solo día sin el agua. Es necesario tomar agua. Y sin embargo, si uno ve al agua y al diamante, paga más por un diamante que por el agua. ¿Por qué? Dice Adam Smith que es por la escasez. El hecho de que el diamante es un elemento de lujo y es un recurso escaso le da un gran valor. Mientras que el agua, por esencial que sea para la sobrevivencia, tiene un precio monetario relativamente bajo.
¿Ves tu tiempo como un diamante o como agua? Todo depende de cómo lo valoras. Si piensas que es abundante, si te aburres, y pierdes el tiempo, lo usas como agua. Es necesario, sí, pero no le das mucho valor y no luchas por defenderlo. Pero el hombre de Reino ve al tiempo más como un diamante, algo precioso que debe de custodiar. Se esfuerza por ganar tiempo del tiempo. Esto quiere decir que busca ser eficaz y eficiente en su uso del tiempo. La vida es una y se vive una sola vez.
Hay que aprender a dar prioridad a mis actividades en la práctica, como la tienen en mi mente. No puedo decir que soy un católico comprometido y luego no llegar a misa. Debo de tener una jerarquía firme en mi vida: Dios, los demás, yo. Esto querrá decir que en mi horario diario, deberé dar primer lugar a Dios, segundo lugar a los demás y a mis responsabilidades según mi estado de vida y finalmente para mi propio descanso. La razón porque muchas veces sentimos que no tenemos tiempo para orar es porque tenemos la jerarquía invertida en la práctica. Nos preocupamos primero de nuestro propio descanso, luego de nuestras responsabilidades y si queda tiempo pensamos en Dios. No ha de sorprender que quien funcione así pocas veces tiene tiempo para Dios.
Al final de nuestras vidas, nos presentaremos delante de Dios para rendir cuentas de cómo hemos usado nuestro tiempo. Es el recurso de mayor valor. Con tiempo, todo se puede lograr en esta vida. Tiempo es Reino, y el hombre de Reino se esfuerza para usarlo lo mejor posible. Si en el cielo pudiéramos llorar, lloraríamos aquellos momentos de nuestra vida que hemos perdido por flojera o descuido personal, sabiendo que son diamantes que dejamos caer al abismo.

Preguntas para la reflexión personal:
1. ¿Uso un calendario para organizar mis actividades?
2. ¿Mantengo una lista de quehaceres y me ocupo de las tareas más importantes?
3. ¿Soy puntual y formal en el desarrollo de mis responsabilidades?
4. ¿Qué tiempo dedico a Dios durante la semana?
5. ¿Qué tiempo dedico a mi vida de Reino?
6. ¿Qué tiempo dedico a mi formación? ¿Tengo plan de formación?

7. ¿Qué tiempo dedico al apostolado?

sábado, 18 de julio de 2015

Aborto como suicidio
El aborto es el suicidio de una sociedad. Puede parecer una afirmación demasiado fuerte, pero no creo. Es un atentado directo a los valores que crean una sociedad grande. Matar a un niño no nacido muestra una cobardía increíble y es algo de villanos. Cada sociedad es medida por cómo protege a los vulnerables. Una amiga me pidió mi opinión sobre el aborto, sin meter nada de religión. Así que aquí he escrito algunas primeras reflexiones sobre el aborto y los daños que causa.

La sociedad es medida por cómo trata a los miembros más débiles. Si quieres ver qué es el valor de una sociedad, analiza cómo trata a los más vulnerables: los niños, los ancianos y los pobres y enfermos. Cuando en una sociedad se empieza a permitir el abuso a estos grupos de vulnerables, es signo que el tejido de la sociedad se va destruyendo.

Sufren las mujeres. Me acuerdo de una calcomanía que vi en Estados Unidos: “Abortion – 1 dead, 1 wounded”. Es la verdad: el bebé pierde su vida y la mamá queda destrozada en su interior. No veo el aborto como el gran pecado de la mujer. Lo veo como un ataque a la dignidad de la mujer. Pues la mujer se siente atrapada si llega a cometer el pecado horrible del aborto. Para las mujeres que han abortado, que sepan que no han de perder la esperanza. Para las mujeres que se enfrentan con la decisión difícil del aborto, que sepan que sería un gran error. Siempre hay otra salida de la situación.
Cada aborto es un fracaso de parte de la sociedad. Algunos piensan que las personas pro-vida condenan a las mujeres que optan por el aborto. Por lo menos en mi caso, no es así. Veo cada aborto como un fracaso de parte de la sociedad. Porque en aquel momento de crisis, la mujer se sintió tan sola que escogió “deshacerse” del bebé en su vientre. ¡Qué dolor para una madre! Algunos dicen que se oponen al aborto en general, pero no en los casos de violación o incesto. Pero yo diría que incluso en aquellas situaciones sumamente dolorosas, la sociedad, a través de familia y amigos, debería de hacerse presente y hacerle saber “no estás sola. Nosotros te apoyamos”.


El aborto no debe de existir en este mundo. Pues hay recursos suficientes para todos si aprendemos a compartir. El aborto es un acto de egoísmo, pues muchas veces es hacer un cálculo de comodidad y matar al más débil. Sueño en un mundo donde cada mujer embarazada reciba el apoyo necesario para traer la pequeña creatura a la luz del día. Pues lleva dentro de sí el futuro de nuestra sociedad, un bebé. Aborto no: es más hermoso un bebé.